trenzados los dedos
se diluye la carne de las falanges
—sarta de huesos planos que no agarra más el
lápiz—
gusanos hermafroditas las manos y el corazón
¡estériles sus gametos!
y la lengua pegada al paladar
y las mandíbulas congeladas fundidas una
contra la otra
¿y la voz?
camina con el alma
tristes van las dos en medio de la tómbola
mientras en la villa
los afectos carnavalean en una burbuja
¡ay!
en esa tierra besarse la sombra es riqueza
por eso todos se ufanan de su delirio áureo
ana lucía montoya rendón
junio 17, 2015
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